A veces lo que escribo
no sirve para nada.
Sólo me sirve a mí.
¿Qué debo pensar
de tantas horas
escribiendo
en el mismo bar?
Sigo buscando el poema
que acerque a mí
todas las mujeres.
Y cuando las tenga enfrente
te buscaré entre ellas.
Quizá lo más práctico
sea levantarme de esta mesa,
ir donde te veo a menudo y
sentarme a tu lado.
A veces olvido
que lo que te digo
es más eficaz
que lo que escribo.
lunes, 28 de junio de 2010
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