lunes, 26 de julio de 2010

TRES REFRANES PERSONALES

“Los pederastas
se levantan mojados”

“En casa del herrero
mujer de hojalata”

“No por mucho madrugar
las oficinistas tienen esa cara”

domingo, 18 de julio de 2010

Carta a Marta, mientras duerme a menos de diez metros de distancia

Querida Marta,

Estás durmiendo el la habitación.
Te espera una tarde dura.
Debes atender a las clientas
y lidiar con tus compañeras.
Yo me iré a ver a mis amigos.
Me sentaré en los bares,
reiré con los ellos y esperaré
a volver a verte.
Tú te quedarás aquí organizando
tus cosas, hablando con este,
viendo al otro
y así pasarán los días
hasta que nos volvamos a encontrar.

La casa aún está por limpiar.
Las paredes aún desnudas,
se quedarán aquí, quietas
y solas esperándote del trabajo.
Aún no has tenido tiempo
de disfrutar la casa
pero tarde o temprano lo harás.
Por la mañana,
cuando te marchas al trabajo,
me quedo aquí solo escribiendo,
fumando, barriendo y fregando.
Sé que necesitas estar sola unos días.
Sentir que el tiempo,
aunque no es tuyo, te pertenece.
Lo único que espero, muy a mi pesar,
es que cuando, por la noche,
llegues a casa las paredes te hablen de mí.
Te cuenten mis pequeñas manías
y esas cosas que uno sólo hace
cuando está solo, en su intimidad.

No sé ser de otra manera.
De pequeño nunca me enseñaron a amar
ni a decir te quiero.
Todo lo que sé sobre el amor
me lo he enseñado yo. Qué desgracia,
¿Cómo se puede enseñar
una cosa que no se conoce?
Supongo que con esfuerzo y atención.
Poco a poco, cuando te miro,
se me caen los velos,
lo que no soy.
De vez en cuando
me enseñas a amar, con cuentagotas.
Como un medicamento
dejas caer en mi lengua
los pequeños proverbios y haikús
que todo hombre debería aprender
si quiere vivir y amar plenamente.

En los escasos días que llevo aquí
me he enamorado de muchos bares
y de muchos rincones.
Y en el fondo los amo
porque sé que tú los conoces,
has estado y amado en ellos.
Sé que por estas calles
pasean amantes que una vez fueron tuyos.
Sé que en cada callejón
sin salida te esperan fantasmas.
Yo, temerario, me adentro en ellos e intento
comprender a los fantasmas.
Intento hacerles entrar en razón,
les parto el alma, los escucho,
nunca los aconsejo e intento no brindar con ellos.

No quiero parecer triste.
Sabes que no soy un chico amargo.
Ya hace más de diez años que nos conocemos
y, contigo, las mentiras sobran.
Sólo te digo hasta luego.
Hasta de aquí una semana.
Cuando vuelvas haré lo que pueda
para seguir amándote.
Para seguir besándote
y para seguir haciendo tantas cosas
que ahora mismo no se me ocurren.


Te quiero.

Marc Noè
Lloret de Mar
Martes, 2 de febrero de 2010.

viernes, 16 de julio de 2010

¿AMARO O DOS RUBIAS QUE TE CAGAS?

Dos rubias delgadas en la mesa de enfrente.
Amaro me acaba de decir que –ahora- a las ocho,
tiene un recital de poesía, que vaya,
que le hace mucha ilusión.

Yo me debato entre seguir mirándolas o ir.
Entre estar solo o soñando una vida junto a ellas.

Me digo que la poesía es vital.
Debo escuchar a mis poetas amigos.

Pero dos rubias que me ignoran
son dos rubias que me ignoran.

Sé que no hay más poesía que estar
en la realidad de su entrepierna.
El olor de sus nucas me atrae
en forma de incertidumbre.

Pero Amaro de aquí un rato
-ya queda menos-
recita en el bar de al lado.

Y yo quiero escucharlo porque las rubias
están hablando de cosas que no entiendo.
Cosmética, por ejemplo.

Además una tiene la nariz grande,
y la otra parece tonta,
y en el fondo la poesía me pone mucho más,
y este par de bombones tienen pinta
de follar con tipos que no saben ni leer ni escribir.

miércoles, 14 de julio de 2010

DIAS DE LA SEMANA

Me dices que el domingo
es tu día favorito de la semana.
De lunes a sábado
estás trabajando en la tienda,
y eso te mata.
Te equivocas,
aunque no eres la única.
Lunes tiene su gracia.
Por la mañana, a la hora
en que los oficinistas
vuelven a empujar
la piedra de Sísifo,
todo se calma.
La calle está vacía.
Sólo los transportistas
se atreven a pisarla
y los jubilados
salen a comprar el pan,
ilusionados,
porque saben que verán
los ojos de esa dependienta
de pechos firmes
y alma de sábado por la noche.
Por la tarde es distinto.
Todo el mundo acude al bar
para sacudirse los restos
de domingo que anidan en sus bolsillos.
Al día siguiente, martes,
todo parece un lunes cualquiera.
A eso de media tarde,
el pelo de las amas de casa
huele a zumo de naranja
y a chocolate con churros.
Las secretarias
piden aumentos de sueldo
y, a veces, al mojar sus labios,
sienten un regusto a playa
que las mata lentamente.
Al caer el sol las peluquerías
despeinan a sus clientas más cotillas.
Miércoles viene sin que nadie lo note.
Se desliza por los cuerpos
de las gentes sencillas
y nos invade con su olor a papel.
Los jueves son especiales.
Muy poca gente lo sabe
pero son ideales
para detenerse
enfrente de las pastelerías y admirarlas.
Cuando todo el mundo
se mueve por inercia
esos establecimientos están llenos
de aromas y de tristezas
envueltas en papel de celofán.
La noche del jueves es despiadada.
Los pezones
de las universitarias
señalan el norte.
La llegada del viernes
lo llena todo de alegría.
Por la mañana
todo es lentamente feliz.
Las papeleras de las ferreterías
están a llenas de tangos.
Cuando llega la noche
todos los gatos
que nunca serán pardos
intentan serlo.
Muchas discotecas
huelen a vómito y a martes.
Todo se vuelve insignificante
y, a eso de las cuatro de la madrugada,
muchas adolescentes
llenan los hospitales de risas y flores.
El sábado
(sabadete, sonrisa nueva y polvete)
es una balanza de amor.
El mundo vuelve a ser mundo.
Sólo trabajan los esclavos
y los individuos con alma
rompen corazones
en algún centro comercial de las afueras.
Prefiero no hablar
del sábado noche.
Me entristece ver esperanzas
por los polígonos industriales.
Luego, a las doce del mediodía
llega el domingo
con un periódico bajo el brazo.
Se sienta y desayuna contigo.
Te rompe el alma poco a poco
y tú eres feliz pensando
que no es ni lunes,
ni martes,
ni miércoles,
ni jueves,
ni viernes,
ni sábado.
Pero el domingo llega tarde
y se marcha temprano.
Justo después de la sobremesa.
Hora en que los cines
empiezan a llenarse de mileuristas
y de reproches.
¡Deja de trabajar!
Que la vida no es vida
si dejamos que los domingos
nos disparen balas de calendario.

lunes, 12 de julio de 2010

FOLLAR CONTIGO

Cómo me gustaría lamerte entera
dedicando especial atención
a ciertas partes de tu anatomía.
Luego follar contigo,
primero lento,
luego fuerte,
fuerte y lento,
follarte, follarte y follarte,
y luego volver a follarte.
Acabar destrozado, fumarme un cigarrillo,
y decirte muy seriamente
que seas la madre de mis hijos.
Quiero prometerte que moriré a tu lado
y que atenderé todos tus caprichos.
Después del tercer cigarrillo
me gustaría salir contigo,
oliendo a sexo,
e ir al cine,
o tal vez a cenar.
Tomar un par de copas,
y volver a follarte
esta vez como personas incivilizadas.
Quiero follarte como un animal,
quizá un perro,
follarte como un pájaro,
o, mejor, como un gato.
Quiero despertarme al día siguiente
y, por la mañana,
hacerte hijos.
Uno rubio,
un par morenos,
uno saldrá con tus ojos,
otro podría salir como yo,
pero más guapo,
o más alto.
Otro estudiará arquitectura.
También hijas, ¡muchas!
Juntos dejaríamos una descendencia digna,
más que digna,
impresionante,
con los hijos que saldrían de nuestros cuerpos,
podríamos crear un país nuevo llamado amor
o, mejor, se llamaría nosotros.
Sería una república donde gobernarían
los sauces llorones y un par de lirios serían
el partido de la oposición.
Pero antes de todo esto deberíamos practicar mucho,
follar, follar y follar.
Perder nuestros empleos de tanto follar
y que no nos quede más remedio que formar un país
donde poder seguir follando tranquilamente.

domingo, 11 de julio de 2010

¡Mucho mejor!

Con matices de silencio en la piel,
deseo jugar contigo al gato y al ratón.

Me paro a mirar escaparates
y sólo veo mi reflejo en el cristal.


Qué guapo me siento
cuando te imagino lejos o (mejor) muerta.