domingo, 18 de julio de 2010

Carta a Marta, mientras duerme a menos de diez metros de distancia

Querida Marta,

Estás durmiendo el la habitación.
Te espera una tarde dura.
Debes atender a las clientas
y lidiar con tus compañeras.
Yo me iré a ver a mis amigos.
Me sentaré en los bares,
reiré con los ellos y esperaré
a volver a verte.
Tú te quedarás aquí organizando
tus cosas, hablando con este,
viendo al otro
y así pasarán los días
hasta que nos volvamos a encontrar.

La casa aún está por limpiar.
Las paredes aún desnudas,
se quedarán aquí, quietas
y solas esperándote del trabajo.
Aún no has tenido tiempo
de disfrutar la casa
pero tarde o temprano lo harás.
Por la mañana,
cuando te marchas al trabajo,
me quedo aquí solo escribiendo,
fumando, barriendo y fregando.
Sé que necesitas estar sola unos días.
Sentir que el tiempo,
aunque no es tuyo, te pertenece.
Lo único que espero, muy a mi pesar,
es que cuando, por la noche,
llegues a casa las paredes te hablen de mí.
Te cuenten mis pequeñas manías
y esas cosas que uno sólo hace
cuando está solo, en su intimidad.

No sé ser de otra manera.
De pequeño nunca me enseñaron a amar
ni a decir te quiero.
Todo lo que sé sobre el amor
me lo he enseñado yo. Qué desgracia,
¿Cómo se puede enseñar
una cosa que no se conoce?
Supongo que con esfuerzo y atención.
Poco a poco, cuando te miro,
se me caen los velos,
lo que no soy.
De vez en cuando
me enseñas a amar, con cuentagotas.
Como un medicamento
dejas caer en mi lengua
los pequeños proverbios y haikús
que todo hombre debería aprender
si quiere vivir y amar plenamente.

En los escasos días que llevo aquí
me he enamorado de muchos bares
y de muchos rincones.
Y en el fondo los amo
porque sé que tú los conoces,
has estado y amado en ellos.
Sé que por estas calles
pasean amantes que una vez fueron tuyos.
Sé que en cada callejón
sin salida te esperan fantasmas.
Yo, temerario, me adentro en ellos e intento
comprender a los fantasmas.
Intento hacerles entrar en razón,
les parto el alma, los escucho,
nunca los aconsejo e intento no brindar con ellos.

No quiero parecer triste.
Sabes que no soy un chico amargo.
Ya hace más de diez años que nos conocemos
y, contigo, las mentiras sobran.
Sólo te digo hasta luego.
Hasta de aquí una semana.
Cuando vuelvas haré lo que pueda
para seguir amándote.
Para seguir besándote
y para seguir haciendo tantas cosas
que ahora mismo no se me ocurren.


Te quiero.

Marc Noè
Lloret de Mar
Martes, 2 de febrero de 2010.

1 comentario: