Qué duro es abrir la libreta,
buscar un lápiz y no encontrarlo.
Qué cínico es el Dios creador,
no darme un lápiz para confesarme.
Me he levantado y he salido
del bar apresuradamente.
He entrado en la librería
de enfrente y he comprado un lápiz.
Lo he comprado verde
porque sé que te gusta ese color.
Lo he comprado verde
porque sé que un día
tomaremos un café juntos.
Lo dejaré disimuladamente
encima de la mesa
-junto a mi libreta-
y esperaré que sonrías al verlo.
jueves, 5 de agosto de 2010
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